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La autora se concentra sobre la utilización de Web 2.0 y las nuevas redes sociales para difundir información. Indica que la responsabilidad que viene con la tarea de informar, es decir, todo aquél que alega un hecho debe probarlo, se vuelve complicada a controlar en el caso de la red. Argumenta que cualquier persona que actúa en la red, no tiene este tipo de responsabilidad, por lo que se impone la necesidad imperiosa de regulaciones globales en materia de red y en materia de intervención porque hace también a la buena información y por ende a la buena comunicación.