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Esta contribución se ocupa de la dimensión cultural y social de la Declaración de Barcelona del noviembre de 1995, una formalización política del gran espacio económico mediterráneo. De acuerdo a este documento se debe destacar el diálogo y respeto entre las culturas y religiones, se debe fomentar la educación, se debe dar importancia al sector sanitario, entre otras cosas. En este contexto, la autora examina como la declaración trató de poner las bases que permitieran la creación de una conciencia mediterránea.