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En la última década, la Unión Europea no ha conseguido acompasar su política exterior con los cambios globales que han transformado el escenario internacional. Ningún Estado europeo puede tener hoy, a título individual, el mismo nivel de influencia mundial que ostentó hace 50 o, incluso, 25 años. Pero los grandes estados de la UE siguen sin renunciar a su propia agenda exterior (que, en algunos casos, se remonta 500 años atrás), y los intereses y las áreas de influencia nacionales siguen determinando en gran medida la agenda de la Unión Europea en el mundo.